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Analysis

La división entre Arabia Saudita y PwC indica un cambio hacia las consultoras locales: Qué hay que saber

NEW YORK, NEW YORK - SEPTEMBER 12: People walk by PricewaterhouseCoopers (PwC) New York headquarters after the company announced a major restructuring on September 12, 2024 in New York City. PwC LLP will let go of up to 1,800 US employees next month as the accounting firm shifts to in-house technology developers and streamlines its advisory practice. (Photo by Spencer Platt/Getty Images)
La gente pasa por la sede de PricewaterhouseCoopers (PwC) en Nueva York después de que la compañía anunciara una importante reestructuración el 12 de septiembre de 2024 en la ciudad de Nueva York. — Spencer Platt/Getty Images

El rumoreado conflicto entre el Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudita y la consultora global PwC no es una simple reestructuración contractual. Más bien, refleja una realidad estructural más profunda: una recalibración deliberada del enfoque del reino hacia la eficiencia del sector público, la optimización fiscal y la autosuficiencia estratégica.

Cambio de política a ritmo acelerado

Desde 2019, un real decreto exige que las entidades gubernamentales reduzcan significativamente su colaboración con consultoras extranjeras, permitiéndolas únicamente en circunstancias muy específicas, cuando no exista capacidad nacional. Lejos de ser reactiva, esta política forma parte de una estrategia nacional a largo plazo destinada a mejorar la eficiencia y la rendición de cuentas del gasto público y la inversión en capital intelectual nacional.

En esencia, la política refleja una transformación más amplia en la forma en que Arabia Saudita define el valor, la soberanía y la rendición de cuentas dentro de su marco institucional. Esta transformación ha sido impulsada por una búsqueda rigurosa de la eficiencia gubernamental y la rentabilidad fiscal de la inversión. Desde 2017, Arabia Saudita ha logrado un ahorro acumulado de 1,15 billones de SAR (aproximadamente 306.600 millones de dólares) en eficiencia del sector público, según se informó durante el Foro de Eficiencia del Gasto Público en noviembre de 2024. Esto forma parte de un esfuerzo coordinado para optimizar el gasto estatal, frenar las fugas fiscales y canalizar recursos hacia prioridades nacionales de alto impacto. El sector de la consultoría, que en su día fue un importante beneficiario del gasto público, no ha sido ajeno al escrutinio en este sentido.

De hecho, durante la última década, las consultoras extranjeras han desempeñado un papel fundamental en la configuración de los programas de modernización de Arabia Saudita. Según un informe de Source Global Research, el mercado de consultoría del reino se disparó hasta los 4.300 millones de dólares en 2024, consolidándose como el mayor de los estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Firmas como PwC, McKinsey, BCG y otras se integraron profundamente en la arquitectura de Visión 2030, abarcando desde megaproyectos, como NEOM, hasta iniciativas de reestructuración institucional en distintos ministerios. Sin embargo, la pregunta cada vez más frecuente en los círculos de formulación de políticas ya no es quién asesora, sino qué valor se aporta y a qué coste.

Lo que ha surgido es un régimen de contratación basado en el desempeño en el que la reputación global es... Ya no basta para justificar un compromiso sostenido. El mensaje del reino a todos los proveedores externos es claro: si su trabajo no tiene un impacto demostrable, no está estratégicamente alineado ni se basa en la transferencia de conocimiento, su posición no se conservará.

Este punto de inflexión estratégico ha puesto de manifiesto los desafíos culturales y de reputación que desde hace tiempo se asocian con las firmas de asesoría internacionales. Se ha convertido en un chiste abierto —y revelador— entre los actores locales que muchos consultores extranjeros están más concentrados en concluir la presentación del jueves que en quedarse hasta el viernes, ansiosos por tomar un vuelo y tomar algo. Aunque anecdóticas, estas percepciones subrayan la profunda preocupación de que algunos consultores carezcan de compromiso a largo plazo, continuidad operativa y sensibilidad hacia las prioridades locales. La recalibración en curso indica el deseo de sustituir esta dinámica transaccional por alianzas arraigadas y a largo plazo, guiadas por las prioridades nacionales y la rendición de cuentas.

Experiencia nacional, contenido local, valor duradero

Para institucionalizar este cambio, el gobierno saudí ha impulsado una política de saudización estructurada —la nacionalización de ciertos sectores a través de cuotas—. En el sector de la consultoría, se exige que las empresas incrementen la contratación de ciudadanos saudíes en funciones clave de asesoramiento. En abril de 2023, el Ministerio de Recursos Humanos y Desarrollo Social dispuso que el 35% de los puestos de consultoría estuvieran ocupados por ciudadanos saudíes, cifra que se incrementó al 40% en marzo de 2024. Esto va más allá de una simple reforma del mercado laboral y constituye una estrategia deliberada para fomentar el capital intelectual nacional, integrar la visión estratégica en las instituciones locales y garantizar que profesionales con un interés particular en el éxito del Reino impulsen la formulación de políticas futuras.

La saudización del sector de la consultoría no es un ejercicio de cumplimiento normativo, sino un reajuste estratégico que desafía la arraigada, pero obsoleta, suposición de que la experiencia extranjera es inherentemente superior. Esta percepción nunca se basó en la falta de capacidad saudí, sino en modelos de contratación heredados que marginaban el talento nacional en favor de marcas globales. Hoy, el reino aspira a desmantelar y reemplazar ese modelo. Con el respaldo de una sólida formación y un marco de políticas diseñado para integrar el contenido local en las funciones estratégicas, Arabia Saudita está canalizando su propio talento hacia roles de liderazgo para garantizar que el valor de la consultoría no solo se ofrezca, sino que también se desarrolle desde dentro.

El impulso de Arabia Saudita para localizar el sector de la consultoría se basa en la solidez de su creciente base de talento nacional. En 2023, 2 millones de saudíes estaban matriculados en educación superior, gracias a una inversión gubernamental de 189.000 millones de riales (50.400 millones de dólares). Esta inversión está dando frutos, con más de 65.000 graduados anuales en negocios, administración y derecho, campos clave para la industria de la consultoría. Los datos del Ministerio de Educación también muestran que más de 38.000 estudiantes completaron títulos en disciplinas relacionadas con la IA en 2023, con un crecimiento anual superior al 71,6% desde 2021, lo que indica el posicionamiento del reino en sectores de alta cualificación y conocimiento.

Sin embargo, a pesar del notable progreso en la nacionalización de la fuerza laboral de consultoría, persisten barreras estructurales a la movilidad ascendente dentro de las firmas internacionales que operan en el reino. Si bien las cuotas de saudización han incrementado con éxito la presencia numérica de profesionales saudíes en las funciones de consultoría, el acceso a roles de liderazgo, particularmente a nivel gerencial y de socios, sigue estando desproporcionadamente concentrado entre el talento extranjero. Existe un creciente reconocimiento entre los líderes de las firmas de la necesidad de localizar la autoridad para la toma de decisiones. Sin embargo, las vías para el ascenso aún se rigen por jerarquías internas y dinámicas organizacionales opacas, a menudo moldeadas por políticas corporativas externas en lugar del desempeño local y la alineación con las políticas. Como resultado, aunque los ciudadanos saudíes tienen una presencia cada vez mayor en estas firmas, su capacidad para ascender a roles estratégicos que definen la dirección de la firma y la interacción con los clientes sigue siendo limitada.

Esta desconexión presenta un desafío a largo plazo: la verdadera localización no se logra simplemente cumpliendo con las cuotas de saudización. Las consultoras deben empoderar activamente a los profesionales saudíes para que lideren, influyan y transformen el panorama de la consultoría desde dentro. Si bien las políticas de saudización han iniciado el cambio, ahora les corresponde a las consultoras reconocer y actuar en consecuencia ante la necesidad de un cambio estructural más profundo. Con el tiempo, es probable que las demandas políticas de una mayor localización se vuelvan más estrictas, lo que obligará a las empresas a adaptarse no solo en el nivel inicial, sino también en todos sus puestos de liderazgo y toma de decisiones.

El cambio de postura de Arabia Saudita no debe interpretarse como un rechazo a la experiencia internacional. Más bien, se trata de un reajuste de expectativas y rendición de cuentas. Las consultoras extranjeras aún tienen un papel que desempeñar, pero solo cuando puedan demostrar su valor. El reino no se cierra al mundo, sino que amplía el campo de juego para quienes estén dispuestos a alinearse con las prioridades estratégicas del reino, manteniendo al mismo tiempo la rendición de cuentas.

La verdadera historia, entonces, no es quién se va, sino quién se eleva para cumplir con el estándar.

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